No todos saben cantar no todos saben ser manzana y caer a los pies de otro

Domingo, 25 de febrero de 2007

-Hoy hice un examen importante, ayer me desearon suerte, mucha gente me ha deseado suerte. Pero son las cuatro de la tarde y no me han hablado para preguntarme como me fue: me pongo sentimental en cuaresma. Hoy en el microbús venia pensando en como uno puede seguir furioso y celoso por estupideces que sucedieron hace mucho tiempo y que a nadie deberían de importar ya. Pero así son las cosas. Me fue muy bien, just for the record.

-Caridad es una de mis palabras favoritas. Si tuviera una hija le pondría así. La gente pronuncia esa palabra como si fuera un insulto, con una especie de pudor nietzcheano (porque eso es, pudor). Les parece despectiva, cuando en realidad la Caridad es la más importante de las virtudes teologales. Emana directamente de Dios, del estado de gracia. La virtud por la cual los cristianos aman a su prójimo como a si mismos. Cuando alguien pide algo “por caridad” lo esta pidiendo “por amor” “por usted”. En cuaresma, como estamos, los católicos recomiendan perdonar las afrentas que fueron hechas, convirtiendo esto en un acto de caridad. Pero dicen que para perdonar y reconciliarse es necesario orar de antemano. Porque la oración restaura la gracia, la comunión con Dios y al mismo tiempo cura la herida. ¿Cómo va a perdonar y reconciliarse alguien cuando tiene una herida abierta? Hay gente que perdona y nunca se reconcilia, hay gente que se reconcilia y nunca perdona. Si se pierde la caridad se pierde el estado de gracia, aun poseyendo las otras virtudes teologales; esperanza y fe. "Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado", dice el evangelio, el nuevo mandamiento, superior a toda la ley mosaica.
¿Cómo va a perdonar alguien cuando tiene una herida abierta? Yo no lo sé, nunca lo sabré. “Si no tengo caridad nada soy” ha dicho San Pablo. Yo nunca lo sabré.

-Recuerdo mientras escribo mi diario las entradas del diario de Cheever, cuando despertaba con resaca con todo el sabor amargo de su humanidad en la boca. “Virtud, fortaleza, valor, amor, cariño” se repetía a si mismo un montón de cosas para levantarse de la cama y comenzar a escribir.

-Lo más triste es no haber sido un santo o no haber sido un millonario. Teniendo alguna de estas cosas no se piensa en la otra. Leon Bloy, a los 60 años aún tenia que pedir prestado para sobrevivir, con dos niñas y casado con una prostituta redimida. Murió sin ser un santo. Yo no quiero eso para mi. Creo que tampoco quiero ser un santo.

-De algún modo estas fechas siempre me ponen melancólico. Será que el sol es más fuerte y que el viento sopla por todos lados levantando polvo y telarañas. Dicen que en semana santa el viento es aun más fuerte que nunca. Dicen que el viento sabe todo del calendario lunar y de la pascua y de todos los complicados cálculos necesarios para fijar la fecha. Dicen que el viento le soplaba a los renacentistas todos sus cálculos con números áureos, y que por fin, cansado de jugar con sus cabecitas despeinables, le dijo a Gauss el secreto más sencillo. Es una imagen bonita y triste. Casi todos los años lo compruebo. ¿Por qué el viento tan alegre celebra la salvación del hombre?. Días así en que me encantaría creer en Dios y escapar de esta conciencia de la muerte. No quiero morir nunca...