02 de mayo


A unas cuadras de este departamento vive una anciana. La he visto un par de veces en cinco años. Hoy me sorprendió encontrármela, había olvidado su existencia, en principio, y cuando la memoria vino a mi, me sorprendió saber que aun vivía. La mujer habita en un sólo cuarto en la planta baja de un edificio a punto de derrumbarse; de esos edificios que pululan en la colonia Narvarte, conviviendo con los lofts de lujo que imitan tristemente y sin éxito un estilo high tech y los departamentos remodelados de blancas paredes que aun huelen a pintura fresca.

El cuarto alguna vez debió haber tenido un uso comercial, pues en lugar de una cuarta pared con puerta y con ventanas tiene un portón corredizo de lamina. Se puede espiar por completo la habitación de 2 X 4 metros con sólo pasar caminando. La mujer está senil, alguien ha decidido que es más cómodo apartarla a aquel lugar. El conteo total que mi morbo veloz hizo de sus muebles y propiedades es:

  • *Una cama con una cantidad exuberante de cobijas
  • *Una pequeña mesa de madera
  • *Sobre la mesa: un televisor pequeño a color
  • *Una segunda mesa, más pequeña aun, sosteniendo una taza de peltre verde y un frasco grande de Nescafé.
  • *Una estampa tamaño media carta de la Virgen de Guadalupe pegada sobre la cabecera
  • *Un crucifijo de madera al lado de la estampa
  • *Una silla de ruedas en la que la anciana reposa

La imagen en la televisión es indescifrable. Pero no importa porque la anciana es ciega y senil. Sus ojos vacíos miran hacia la calle, justo en el momento que estoy caminando enfrente de ella. Hay manchas de humedad en las paredes y el techo. Sigo caminando, sin reparar en esto, sin hacer estas observaciones, consumido por mi inhumanidad momentánea. Cruzo la calle y comienzo a hacerme preguntas. El cuarto no tiene un baño. La mujer tiene cinco años ahí, desde que venía a quedarme en el departamento de mi hermano, cuando él vivía en la avenida Obrero Mundial. Recuerdo al tío de V. que vive también en una habitación. Pero aquel hombre puede moverse, aquel hombre bebe todos los días una botella de Presidente, y en aquel entonces –y aun- yo no imaginaba ese licor fuerte y áspero bajando sin mezclar con nada por la garganta forzosamente sudorosa y agrietada en el clima monzónico de Coatzacoalcos. Pero aquel hombre es un monje a su manera. Ella no. Ella sigue ahí, sin poder moverse, sobre un edificio que caerá el próximo temblor.

Y me pregunto cuanto pueden vivir los moribundos. Y me pregunto que retorcida piedad impone un crucifijo sobre aquella cama de patas oxidadas. Un crucifijo, y un televisor.

Comentarios

Octopus Queque dijo…
Ese rayo de luz del que luego te digo, esa 'esperanza' (es que esperanza, qué palabra tan usada y con tan poco significado ya), para muchos es un crucifijo. Nada más (y nada menos [?]).

Como lo imagino, me recuerda a Miller: "ni una sola vez se les ocurrió dar un salto en la obscuridad".

A unos sí. Y buscan luz.

--

Beaucoup de Baisers.
Indio Cacama dijo…
La anciana no ve el mundo que la ha tornado invisible , no va a donde no se está mejor y se acoje a la custodia del crucifijo y el televisor.
Anónimo dijo…
oye qué bonito; yo conozco a esa señora, si no me equivoco está sobre la morena, al lado de una tiendilla de abarrotes. yo trabajé en un cafetín sobre uxmal y le iba a dejar un café con leche todos los días, a ella y a sol, la de la tiendita.

bueno, me emocioné.
Anónimo dijo…
Y oldias el loro viejo, no sé si aún viva el loro viejo y sucio.
Efectivamente Javier, es la misma señora que tu dices. Creo que pasó del café al nescafé, eso está mal :(

No sè Danìel, esta vez no vi al loro. Pero dicen que tambien viven muchisisimos años, hasta 50 o 60.
carlos dijo…
yo prefiero no pensar en esa clase de personas, porque creo que lleva de las peores vidas del mundo.
quizá no, pero no me imagino soportando algo así... aunque mis ideales ascéticos no estén tan lejanos, que pinche mierda de paradoja.
(supongo que es otro de los items para agregar a la lista de los "rezos-por")
Mariana Orantes dijo…
Elsa, te equivocas, esperanza es una bella palabra y aún tiene mucho significado para crédulos, como yo. U_U

Raúl, bichín, tienes una bonita prosa temblorosa. Me gustó, ya quisiera yo ver a esa viejita, aunque la imagino bien, gracias a tu prosa.
Anónimo dijo…
Precisamente eso de los ideales asceticos quería confrontar. Tampoco esta muy lejos de los mios. Lo que me pregunto es si la mujer está ahi por su voluntad, o si tan siquiera es consciente del crucifijo y el televisor(que es imposible que ella hubiera colocado, pues no puede moverse).
chingao, el de arriba era yo, otra vez.
carlos dijo…
brrrr, que horrible.

Entradas más populares de este blog

No todos saben cantar no todos saben ser manzana y caer a los pies de otro