Cuando estoy sobrio soy un hombre muy tolerante: generalmente me reservo mis juicios hasta que puedo expresarlos a solas a la persona indicada. Cuando estoy ebrio soy el ser más empatico que la naturaleza haya creado. Me convierto en amor. Sólo dos veces en mi vida he sentido esa necesidad de transformarme en el doctor Jekyll, y al día siguiente, con la lucidez imposible que brinda la resaca, compruebo que mis razones son correctas para tener ese deseo. Una de esas veces fue ayer, la otra hace ya tiempo. Cuando una persona me choca hasta ese extremo es, generalmente, porque se lo merece. El de hace tiempo era un tipejo de Parral (¡Parral! Sólo un chihuahuense podría entender el lugar que ocupa ese pueblo en la cosmogonía local). Le hacia insinuaciones sexistas a mi ex novia, y digo sexistas, no sexuales. Aquella vez pasé del sarcasmo barato pero efectivo a gritarle de plano: “!puto, puto! Una vez que el Bacardí se había aposentado en mi cerebro. Si mis acciones estaban mal o no, eso no puedo reconocerlo, más aun si pensamos que a mis gritos de puto yo encontré en aquella fiesta bastantes voces que me hacían coro: era un ser que se daba a odiar con facilidad, y no siendo alma incomprendida, sino pedante galancete, merecía ser odiado.
El de ayer era un cuadro distinto, pero a fin de cuentas estereotípico. Llegó tirando mierda al estilo de chilango yo me las sé todas, de la cual, para el lector de provincia, sólo se puede dar una idea en la insufrible prosa de los cuentos de Xavier Velasco.

–¿Has oído a La Polla Records?
–Si. –Por Dios ¿quien no? Mierda semi punk españoleta
– Dime que canción te gusta –Oh, señor, yo nunca dije que me gustara. Mi hermano me miró con cara de estas atrapado, pero eso no importaba. El chilango consabido siguió tirando mierda indiscriminadamente y yo seguí contestando con la mayor hostilidad posible, apretando los puños dentro del bolsillo. Sus amigos ya sabían que el tipo era un ser insufrible e intentaba atenuar sus efectos, como uno mastica Pepto Bismol para otras cosas. No sé que derroteros siguió la platica, pero no me gustaba en lo absoluto. El colmo fue esta linea:

–Los Ramones ni eran tan punks.

Oh, tu, chilango arquetipico: chinga tu madre cada vez que respires. Yo se que entre los chavales está de moda que no te gusten los Ramones, o gustarte demasiado, pero por ese dialogo yo me hubiera encargado de golpearte hasta sacarte los sesos, a ti, con tus putas de mil pesos y tu ridicula tarjeta de crédito Spiro (la cargaba como si fuera un amuleto), y tus inocentes 24 añitos que creen haberlo visto todo por haber vivido en una ciudad de mierda. Oh, si, te hubiera dejado tendido sobre la mesa.
Mi hermano estaba demasiado calmado, casi gratuito, fácil el muchacho: hablaba de su mujer y de la felicidad. Yo deseaba que se fuera para liarme a putazos con ese cabrón. Es una cosa de instinto de supervivencia: este mundo no tiene sentido donde a un güey (millones de güeyes), como ese se les permite seguir viviendo. Daniel me arrastró fuera del bar, preocupado por la damisela insomne que lo esperaba en casa; el amigo del tipejo me pidió el teléfono, porque el amigo del tipejo era el amor en persona. Sólo le faltaba pedir disculpas por la conducta de aquel, y juro que de haber pasado algo, él se hubiera sumado a mi linchamiento personal.

Hoy, después de leer tres estupendos poemas de Garcia Lorca y tomar unos tragos de coca cola, no me arrepiento de mi hostilidad y aun me doy la razon.
Feo, chaparro, pendejo y mamón. Faltaba más.

Comentarios

Tanila Alavez dijo…
si la hostilidad es lo de hoy ja!

yo por eso odio al mundo y de poder golpearía a más de uno pero pst..

salud-os
caquita dijo…
naa le hubieras dado unas cachetadas guajoloteras, aunque no le hubiera quitado lo chaparro, feo, pendejo y mamón...habría sido una buena imagen jaaja
loco_suicida dijo…
si eres un pan de dios we
por q la hoztilidad


un saludo que es de tu vida????

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