Ahi va el cuento. Por desgracía, no me causa risa.

A los 17 llegué al tercer strike y me salí de la secundaría, busque empleó de cualquier cosa pero en todo me iba mal. Ya estaba muy peludito para ser empacador y hasta en las maquilas te piden la secundaria. Como sí para estar todo el día frente a una línea de montaje tuvieras que saber historia de México. En la obra los maestros me engañaban con el sueldo, los patrones me gritaban y todo en general era una mierda. Nunca pensé trabajar para el cartel de Juárez, mi madre no lo hubiera permitido, pero un día me agarró la policía nomás por estar fumando en una esquina. Me dieron una madriza de aquellas, y aunque estaba acostumbrado (siempre me madreaban cuando era cholo), esa vez se pasaron de la raya. Allá afuera medio mundo se mataba por la plaza y los municipales, incapaces de hacer bien su trabajo, se entretenían en golpear pendejitos como yo.

Comentarios

Indio Cacama dijo…
es buen cuento , aunque le falta ficción.

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