Triste lujuria de los casados infieles,

de ancianos hidrópicos,

de adolescentes sin gracia.


Calles oscuras, luz mercurial, ruido

de borrachos y perros.

Cuartos húmedos y ceniceros de estaño,

gasas de humo que sobre camas gravitan.


Buscar sentido, enamorarse un segundo,

un destello a medianoche

como la luz de un monitor o de un cigarro,

palabras arrancadas de canciones añejas.


La banca de una plaza pública

y la piedra que se arroja al río.

Lo exquisito irreparable y fijo,

la mano, el labio, el sexo que se ansía

llevar a la boca.


Pero todos leímos el mismo libro

y conocemos el final del cuento.

Comentarios

Indio Cacama dijo…
la férrea tiranía del sexo...
Anónimo dijo…
A que no me dejas contarte un final alternativo para tu cuento de horror?
Mariana Orantes dijo…
"Anónima": A que a nadie le interesa tu "final alternativo" :D

P.S: sería bueno que dejaras de hacer estas cosas.
Sí, basta, por favor.

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