Por fin de vacaciones, y ahora si, seguirle con los proyectos atrasados

Los lentes de aviador, con montura de oro chapado, relumbraron al sol y arrojaron destellos a su alrededor, como si fuera de los ojos que los lentes protegían donde manaban los rayos y no del astro rey. Mono blanco, impecable, costuras rojas, y la solapa tan larga que podrías cortar de ella otro traje. Él sabía muy bien que gran parte del éxito dependía del estilo, de la actitud. Hace más de siete años que Charly no perdía una carrera.

No estaba preocupado, nunca estaba preocupado, pero ahora las cosas eran un poco diferentes. Había dejado de correr un tiempo, cuando su nueva novia descubrió que la infidelidad en su relación aumentaba en consideración a la exposición a edecanes de automovilismo amateur. Durante todo esos meses en que Charly yacía apagado detrás de la barra del bar que poseía en una céntrica colonia, apartado de sus dos más grandes placeres (a saber, los autos y el flirteo), apareció un nuevo campeón que causaba estragos en los circuitos de aficionados. Nadie sabía su nombre y nadie había visto su rostro. Se ocultaba tras un casco de seguridad negro, y, sin patrocinador que lo obligara a mostrar sus colores en la pista, había pintado el automóvil de blanco con una sola leyenda en el costado derecho: Desheredado.

Charly tenía miedo de encontrarse oxidado, más lento en sus reflejos de lo habitual, miedo de encontrarse asustado (comprendía la paradoja) y ser avasallado por sangre más nueva. Como cualquier rey, tenía miedo de perder su reino.

Comentarios

Indio Cacama dijo…
descansas haciendo adobes entonces...

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