Cenzontle de papel
La araña Bakula
La araña Bakula pendía sobre el universo. Sólo existía la araña y su red se extendía por todos los confines de lo increado. Nada, de la nada, escapaba a su escrutinio. Mas he aquí que Bakula puso un huevo, una esfera dorada y brillante, y después puso otro huevo, éste plateado como la luna, que aún no existía.
–Tendré un par de hermosas hijas –dijo la araña, a quien la soledad eterna había enloquecido –y juntas tejeremos lo existente y lo no existente.
Más he aquí que el huevo dorado se abrió y de su interior surgió una mujer: la primera mujer.
-Tú no eres como Bakula -dijo la araña.
–Y sin embargo soy tu hija, –contestó la mujer –formada en el vientre del universo, con la esencia de lo existente y lo no existente.
-Te dejaré hacerme compañía hasta que abra el segundo huevo. Cuando mi verdadera hija venga al mundo, entonces te devoraré.
La mujer no se asustó y poco a poco ideó un plan. Bakula, contenta de encontrarse acompañada, le contó a la mujer todos sus secretos. Como que la telaraña se extendía hacia el infinito y que de ella se podían crear toda clase de objetos, pues era la esencia de lo existente y lo no existente. La mujer fingió incredulidad y retó a Bakula:
–Si es cierto lo que dices, entonces crea la tierra de verdes pastos y altas montañas, con animales que la habiten.
Bakula, herida en su orgullo, tejió y tejió y creó la tierra de verdes pastos y altas montañas, con animales que la habitaban.
–Aun no me convences –dijo la mujer, –crea, si es que puedes, la inconstante luna y las estrellas azules.
Bakula, herida en su orgullo, tejió y tejió y creó la inconstante luna y las estrellas azules.
–Casi me convences, pero si es cierto lo que dices, crea entonces el incandescente sol de la mañana.
Bakula, herida en su orgullo, tejió y tejió y creó el incandescente sol de la mañana. Cuando hubo terminado, sin que se diera cuenta, la mujer se puso detrás de ella y empujó a la araña hacia el sol, donde murió calcinada.
Tiempo después abrió el huevo plateado, de donde surgió un hombre. Éste, al ver a la mujer, cayó perdidamente enamorado. Así fue como la primera mujer engañó a la negra tejedora, puso orden en las cosas y salvó al género humano, pues de otra manera, al ver que del huevo plateado surgía un hombre, Bakula los hubiera devorado a los dos al instante y yo no te estaría contando esta historia.
Raúl Aníbal Sánchez Vargas
15 agosto 2011
Comentarios
http://img.poptower.com/pic-15426/scott-bakula.jpg?d=1024
Gracias.
Eva