Si tan sólo pudiera cantar lo que deseo.
Si mis manos no fueran este aglomerado idiota de huesos y tendones
Que no dejarán nada de si mismas a veinte años de mi muerte,
Incapaces de encontrar en mi lo bueno de mi vida y de mi lengua.
Y luego esta maldita lucidez de nacimiento.
Este fruncir el seño, torcer la boca.
Esta razón y cuerpo
Una junto al otro,
Atándome como guirnaldas.
Dimas y Gestas:
Este par de asesinos
Con perdón de último minuto.
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