Good Grief, Prismal!
Salvar el mundo, pagar la renta, salir con mi chica, salvar a la tía May de su sexto infarto. Al parecer tengo todo cubierto. Pero no, al llegar a la redacción una voz cavernosa y fúrica salé de la oficina del director.
-¡Sánchez! ¿Donde está ese bueno para nada? ¡Lo quiero en mi oficina ahora mismo!
Es nada más y nada menos que la voz de Prismal, mi editor. Con un puro a medio quemar, los ojos inyectados en sangre, comienza a maltratarme psicológicamente.
-¿Dónde está ese articulo sobre Charlie Brown, maldita sea?
-Prismal, yo... yo... -aun no me recupero del ajetreado día y no alcanzo a articular excusas coherentes. Lo había olvidado por completo.
-Tranquilo, Prismal. Es joven. -quien así intenta defenderme es E. Rocha, el bonachón jefe de redacción quien, por alguna razón (?), siempre se encuentra en su oficina.
-Al carajo Sánchez, cuando tenía tu edad yo ya había fundado un periódico y sacado adelante a mi familia, no vuelvas a pararte por aquí hasta que no traigas el articulo sobre Brown. Y olvidate de tu paga.
Así que, sin cobrar mi cheque, salgo a la calle en medio de la lluvia. El día melancólico y oscuro se cierne sobre la ciudad como una mala premonición. ¿Charlie Brown? ¿Peanuts? ¿Qué puedo decir, sin temor a cometer un error, de la tira cómica más famosa de todos los tiempos?
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