Salmo XXIII
Pierre de la Tour du Pin
Trad. Manuel Álvarez
Ortega
1. ¿Nos amamos
sinceramente en la poesía? –¿cantamos nuestros extremos y sus
espacios intermedios, maravillándonos?
2.Tomo eso como prueba de
complacencia, dice el Señor, – pero, ¿dónde habéis colocado la
caridad?
3.En esta grieta que
resonará bajo el peso de los que cantan, – en este rostro del
hombre que se sacrifica por sus discípulos.
4.No es bastante, dice el
Señor, pues ¿por qué no resplandece en todas partes? – ¿por qué
los vientos soplan siempre en círculo y no se elevan más allá de
vuestra creación?
5.He cavado avenidas para
que los vientos del mundo en ellas se sepulten, – todos los amigos
han sido oprimidos por esta orden movediza.
6.No es obstante, dice el
Señor, es preciso intentar mucho más – si no, ¿cómo podrían
dirigirse en la noche los que aman la claridad?
7.He puesto a Cristo sobre
cada libro y sobre cada criatura, – pero no soy yo quien confiere
la luz, sino Él solamente.
8.Tú lo colocas como un
signo y no como el extremo único de la luz, – ¿cómo los que
todavía no me conocen me encuentran?
9.Tú esperas y nunca te
cansas de esperar, – pero si me amaras un poco más, precipitaría
el orden de la poesía, al darte totalmente.
10.Pues tu alegría es el
precio de un combate, – y después de tantos años aún no has
ordenado el ataque.
11.Teme hacerlo cuando sea
demasiado tarde – y no te ates a las constelaciones que son la
poesía del hombre.
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