Señalar nos consume la mirada

Camino sobre el incendio de mi infancia,
recuerdo de tierra apisonada,
fresco en verano y templado en invierno,
como la casa de todos los abuelos del mundo.

Miren el trazo que ha marcado el acero
sobre el tapiz de la noche verde.
Miren que los huesos de los hombres por venir asfaltan nuestra calle,
molidos como un trigo nuevo del que nos fabricarán la eucaristía.

Camino sobre la espalda de mi padre
que era ancha como una gran tela de manta,
y le acompaña mi madre
pequeña como la última naranja del invierno.

Señalar nos consume la mirada, empequeñece el ojo
hasta volverlo punta de alfiler de sangre.
Señalar ya no basta para que los muertos
se alejen del camino donde siembro dientes de leche.

Comentarios

Estefania dijo…
Es muy bueno.

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