Triste lujuria de los casados infieles, de ancianos hidrópicos, de adolescentes sin gracia.
Calles oscuras, luz mercurial, ruido de borrachos y perros. Cuartos húmedos y ceniceros de estaño, gasas de humo que sobre camas gravitan.
Buscar sentido, enamorarse un segundo, un destello a medianoche como la luz de un monitor o de un cigarro, palabras arrancadas de canciones añejas.
La banca de una plaza pública y la piedra que se arroja al río. Lo exquisito irreparable y fijo, la mano, el labio, el sexo que se ansía llevar a la boca.
Pero todos leímos el mismo libro y conocemos el final del cuento.
Comentarios
También debería haber un Día de los Pendejos para felicitarlos por haber felicitado a las mujeres el 8 de marzo...
n_n
si! viva la resurrección de los blós!